jueves, 6 de mayo de 2010

Ana y Mateo

En el avión de venida a Canadá viajaba un lindo bebé que lloraba a ratitos pero sin que realmente molestara a los pasajeros. Su papá, un hombre joven de raza anglosajona lo paseaba amorosamente para calmarlo. Yo, quedé prendada de tan hermoso que era. Llegamos a nuestro destino, pasamos migración sin ningún contratiempo y cuando esperábamos nuestras maletas, ví a la mamá, también joven, pero con rasgos no anglosajones, sino latinos, mexicanos, más bien dicho. Yo, no perdí la ocasión para decirle que su bebé estaba hermosísimo y ella...

Me preguntó si yo había sido maestra en el CECyT 1 del IPN, porque ella había estudiado ahí y me había reconocido desde el aeropuerto de México, pero no estaba totalmente segura de si había sido ahí, de donde me recordaba, o de la Escuela Bancaria y Comercial, donde había hecho sus estudios superiores. En fin, Ana, la mamá del bebé, había sido mi alumna en el Politécnico y ahora, vive con su esposo canadiense y Mateo, su bebé, en Burnaby muy cerca de donde nosotros vivimos.

Ana había viajado a Montreal a estudiar inglés al terminar su carrera. Vivía con unos tíos y un día su tío le preguntó si estaba interesada en dar clases de español a un joven canadiense que tenía que aprenderlo por necesidades de trabajo (le habían ofrecido un puesto en Monterrey). Ella aceptó y lo demás es parte de su historia.

Le pregunté si había sido difícil para ella enseñar y para su esposo aprender español. Me dijo que no, que no recordaba algo que hubiera sido realmente un obstáculo, pero supongo que muchos otros factores influyeron en el rápido aprendizaje. Hablé por un momento con su esposo en español, y en verdad lo habla muy bien.

Ya ven que sí hay oportunidades para aquellos maestros de español que queremos ir por el mundo enseñando la lengua de Cervantes, de Rulfo y de tantos otros ilustres hispanoparlantes.

Ah! También es lindo reencontrarse con los alumnos y conocer de sus logros.

2 comentarios:

  1. Hola Lourdes, Qué casualidad!!! hay momentos en que el planeta es tan pequeño. Bueno sólo me queda mandarte un saludo de esta ciudad con los imecas la tope y mucho, pero mucho calor

    ResponderEliminar
  2. Mana, ésta sí que no me la habías contado!!
    Qué impresionante!
    ¿La chica, Ana, no te dijo que se quedó picadaza con sus clases de inglés del Poli y por eso fue a seguir camino hasta por allá?
    Igual y tú sembraste una semilla...

    ResponderEliminar